Las implicaciones de los nuevos lenguajes en el arte
contemporáneo
La problemática generada por el arte contemporáneo a partir
de los años 60, y más concretamente, en las décadas de los ’80 y de los ´90,
nos conduce a continuas reflexiones sobre ¿qué es el arte?, ¿por qué se hace?
¿para quién se hace? ¿Esto es arte? “Me niego a considerar ‘esto’ una obra de
arte”… estas y muchas expresiones de este tipo, habremos oído más de una
vez, o bien cuando no, haberlas emitido
uno mismo… Instalando la polémica y dejando
abierto el debate para la critica y la reflexión sobre el arte, el arte
contemporáneo compromete al espectador, demanda su participación y un rol activo en el proceso de
la experiencia estética.
Los artistas contemporáneos imponen otros puntos de vista, y
lo hacen a través de sus obras y las exposiciones que realizan periódicamente.
Al recorrer éstas, junto a la producción “tradicional”, -el arte tradicional no
dejó de existir, coexiste, con la
contemporaneidad, se renueva y se recicla en nuevas propuestas y planteos
artísticos- se observan, por ejemplo, instalaciones, fotografías de grandes
dimensiones, esculturas con materiales novedosos, videos, video-instalaciones,
arte digital, experiencias grupales, la manipulación del cuerpo como medio y como
objeto, etc. Es decir, todo aquello que sea medio para la expresión artística,
será utilizado por el nuevo artista para transmitir la idea, que fue al
comienzo sólo eso, pero en la práctica, con la ayuda de los nuevos elementos,
las nuevas tecnologías, se van a considerar material artístico para un nuevo
lenguaje estético. Lo que la mayoría de estas manifestaciones poseen en
común, -citando a Walter Benjamin y
Roland Barthes-, es el concepto de ruptura del relato único, la muerte del autor
de significados únicos, la muerte del artista genio y creador, la pérdida de
originalidad y aura de la obra de
arte, la ruptura de los discursos lineales suplantados por los procesos de
lectura múltiple y recorridos oblicuos a través de la historia del arte.
Las obras de arte en las últimas tres décadas a partir de la
incorporación de las vías electrónicas son todas aquellas que se pueden
realizar con medios que estén integrados a la computadora, como obras de arte
Web, de interfases, interactivas, robótica, proyecciones visuales modificadas,
instalaciones sonoras; las posibilidades son infinitas y la interdisciplina es
una de sus bases. En general el trabajo se da en equipo y los artistas tienen
formaciones heterogéneas. Al mismo tiempo, el arte visual con medios electrónicos
llega con nuevos planteos frente a las definiciones tradicionales, como los
cambios en la manera de acceder a ella, el paso de la obra como objeto cerrado
a un sistema dinámico y ciertos cambios con respecto a la función del
espectador.
La relación del espectador con este tipo de obras, que son
interactivas, es parte del modelado mismo de la obra. Ciertas obras permiten
que el observador sea parte del proceso con solo hacer clic, pasar o tocar
algunas opciones propuestas por el artista.
Hoy, la noción de arte se ha transformado radicalmente a
partir de la digitalización: así las nociones de interactividad, virtualidad y
espacio constituyen un nuevo lenguaje en la lectura de la obra de arte.
La instalación: una mirada histórica. Instalaciones: relación
entre las formas y las ideas.
¿Qué es una instalación? Para indagar sobre el tema de
instalaciones artísticas y crear un nuevo marco teórico, es preciso
respondernos a esta pregunta.
Si recurrimos
al diccionario, el verbo instalar
tiene distintas significaciones, la más importante es colocar
las cosas en su debido lugar, al
referir al termino “el debido lugar”, no
se esta planteando una teoría, se esta planteando un criterio fundamental. Una
segunda acepción: instalar es colocar en un lugar o edificio los aparatos y accesorios que en él se hayan
de utilizar. Una tercera es establecerse,
fijar residencia. Finalmente podemos decir que instalación es un conjunto de elementos dispuestos para un
fin determinado.
Otra definición que quizás
ayude a clarificar el concepto de instalación es la de instaurar, fundar, instituir, renovar, restaurar.
El termino instalación como obra de
arte, en un contexto contemporáneo, es empleado inicialmente para designar el
proceso de colocación de las obras en el marco de galería, la instalación ha
llegado a significar también un tipo diferenciado de hacer arte. En el arte de
instalación, los elementos individuales dispuestos dentro de un espacio dado
pueden verse como una obra única y a menudo han sido diseñados para una galería
en particular .Estas obras se llaman específicas de un lugar y muchas veces no
pueden ser reconstruidas en ningún otro lugar: el espacio es el soporte y determina el marco de la obra , forma parte
de la obra en la misma medida que las cosas que contiene. Los primeros
ejemplos del arte de instalación aparecieron a finales de la década de 1950 y
comienzos de la de 1960, cuando artistas pop como Warhol comenzaron a diseñar
entornos para happenings, y sus ejemplos característicos suponen dramatizaciones
teatrales del espacio.
El termino
instalación fue acuñado también por el minimalista norteamericano Dan Flavin,
hacia 1968, para designar sus obras espaciales hechas con tubos fluorescentes.
Asimismo, los conceptualistas harán instalaciones, como Joseph Kosuth,
considerado el mejor representante de los Estados Unidos. Este término se afianza en la década de los 70 y esta
nueva forma se extiende por todo el mundo. Sus
máximos exponentes han sido el aleman Joseph Beuys (1921-86) y el belga
Marcel Broodthars (1924-76) Así como el coreano-estadounidense Nam June Payk,
en el campo de las videoinstalaciones.
Según Catherine
David, curadora de la Documenta X, la instalación debe “ser un espacio de
reflexión político-estético, necesariamente conectado con otros espacios
incidentes sobre la imagen artística, como la filosofía, el cine, la
arquitectura, el urbanismo, etc.
Es interesante
citar la definición de Jorge Glusberg que suscribe el concepto de instalación
al de obra artística total en un sentido
integrador. El artista pasa a ser un arquitecto en lugar de manejarse con las
dos dimensiones o con las tres de la escultura. Las instalaciones nacieron, según Glusberg, para
superar los límites de la pintura y la escultura creando así una nueva forma de
arte.
Luis Camnitzer,
crítico uruguayo, dice “Entiendo por instalación al formato que abarca todos
los formatos, a la forma interdisciplinaria de pensar y presentar la obra, al marco
que me permite designar como arte todo lo que se me antoja y que me libera de
las ataduras económicas y estéticas dictadas por la historia mercantil del arte
tradicional.”
La relación
entre obra y espacio, se transforma en el caso de las instalaciones. Ocupado
por la obra , el espacio se aparta de los demás ámbitos y lo define como
espacio de arte. En el caso de la instalación el espacio es el soporte mismo.
En este sentido una definición abierta sobre instalación seria: espacio
resignificado por la instalación de elementos creados o preexistentes que a su
vez son resignificaciones estético-simbólicas.
La instalación
se apropia de alguna manera de aspectos
formales como son la composición,
relaciones cromáticas, el despliegue
espacial, la expresión para otorgar
trascendencia a la significación de la
imagen poética, que permite la interacción entre la forma y la idea en esta
nueva forma de arte.
Al hacer una instalación
se puede generar una relación lúdica con
el espectador, a través de muchas variables: del recurso del color, que es un
elemento visual que siempre seduce; a través de la posibilidad de caminar
dentro de la instalación y recorrerla, mirándola desde muchos ángulos;
propiciando la observación de la obra con lentes tridimensionales y así obtener nuevas lecturas insólitas;
también permitiendo que el público participe en la elaboración de la obra.
Las obras efímeras permiten
una gran libertad de acción. Esa libertad consiste en la posibilidad de hacer
una intervención en diferentes tipos de espacios no diseñados necesariamente
para exhibir obras de arte o que no forman parte de un circuito expositivo
convencional. Alterar el espacio y la percepción de ese espacio insertando
elementos que hacen preguntarse a las personas que por allí transitan, ¿qué
es eso? y despertar curiosidad, ¿para qué sirve esto? Es una forma de generar experiencias cercanas al
campo de la intuición, de la imaginación
y la sensibilidad de cada receptor.
La
libertad de acción viene dada también por el carácter no-comercial de las
piezas, lo que propicia una creación sin los límites que las leyes del mercado
de arte por lo general imponen. Las obras efímeras se insertan con dificultad
en el coleccionismo de arte por sus características intrínsecas: están por lo
general fabricadas con materiales poco duraderos, problemáticos para conservar
y almacenar, y muchas veces son esencialmente creadas para un sitio específico.
La mayoría de las instalaciones
permanentes se crean específicamente para grandes colecciones particulares.
Las instalaciones
propician una relación de extrañeza y contrasentido, que nos lleva a
reflexionar sobre la naturaleza “real” y la naturaleza “simulada” en el arte.
Relación crítica de las instalaciones e intervenciones.
El riesgo de un pluralismo totalitario. ¿Todo vale, todo es lícito?
El fin del siglo
XX es muy conflictivo, complejo, polémico y contradictorio, es una época
signada por una política liberal, progresista desde el punto de vista
económico, técnico y científico. Es una época de modificación de costumbres y
hábitos, y para algunos al mismo tiempo una época de decadencia cultural. La
adaptación y transición a tantos cambios fue tan vertiginosa que no pudo ser
asimilada culturalmente.
“Las últimas décadas del siglo fueron prácticamente la
muerte, la sustitución del arte por instalaciones y happenings”…. “Las
instalaciones no son arte; yo puedo
hacer una si se me ocurre”….”Un happening, lo hace cualquiera…” Afirma José
Sebreli, en una entrevista publicada en el número 76 del suplemento Ñ . Si bien esta es la visión de
un prestigioso escritor y ensayista
argentino, de vasta cultura , qué decir
de la opinión de un ciudadano
común.
Instalándonos en
el debate a cerca de una
definición del arte
contemporáneo; ¿Estaríamos en condiciones de afirmar “Todo vale”? En principio
diríamos que NO, ¿Pero cual es el límite entonces? Y volvemos a los repetidos
planteos que nos llevan a reflexionar, esto es Arte?
En su ultimo libro Arthur Danto,
afirma que el verdadero terremoto tuvo lugar a comienzos del siglo XX, con
el emblemático mingitorio de Marcel Duchamp
, y con ello, la destrucción del
concepto tradicional de obra de arte y la aparición de su carácter anti-arte,
anti-estético.
El filósofo Gianni Vattimo, señala que hacia fin del
siglo XX el arte dejó de ser el ámbito exclusivo de la belleza y que esta se
dispersa banalizada en la industria de la cultura , el diseño y los medios. Es
interesante destacar la observación de Susan Sontag, al afirmar que si el arte
se ha retirado de la belleza para asociarse con procesos de producción,
actividades ecológicas, sociológicas o comportamientos humanos, ¿significa esto
que estamos ante el fin del arte, como tantas veces se anunció? Es cierto que
el arte intenta recuperar una posición crítica. Pero no es a
través de la belleza esta vez, que intenta recobrar el sentido en la era del
sinsentido, cada día más atento a problemas contemporáneos, como el poder, la
violencia, el cuerpo, la sexualidad o las cuestiones de los mass media. En gran
medida las obras de arte hoy expresan definiciones del arte o formulan enunciados sobre los problemas del
arte mientras la reflexión y la teoría
ocupan el lugar de la belleza.