miércoles, 28 de noviembre de 2012


Las implicaciones  de los nuevos lenguajes en el arte contemporáneo

La problemática generada por el arte contemporáneo a partir de los años 60, y más concretamente, en las décadas de los ’80 y de los ´90, nos conduce a continuas reflexiones sobre ¿qué es el arte?, ¿por qué se hace? ¿para quién se hace? ¿Esto es arte? “Me niego a considerar ‘esto’ una obra de arte”… estas y muchas expresiones de este tipo, habremos oído más de una vez,  o bien cuando no, haberlas emitido uno mismo… Instalando la polémica y dejando  abierto el debate para la critica y la reflexión sobre el arte, el arte contemporáneo compromete al espectador, demanda su  participación y un rol activo en el proceso de la experiencia estética.
Los artistas contemporáneos imponen otros puntos de vista, y lo hacen a través de sus obras y las exposiciones que realizan periódicamente. Al recorrer éstas, junto a la producción “tradicional”, -el arte tradicional no dejó de existir, coexiste, con  la contemporaneidad, se renueva y se recicla en nuevas propuestas y planteos artísticos- se observan, por ejemplo, instalaciones, fotografías de grandes dimensiones, esculturas con materiales novedosos, videos, video-instalaciones, arte digital, experiencias grupales, la manipulación del cuerpo como medio y como objeto, etc. Es decir, todo aquello que sea medio para la expresión artística, será utilizado por el nuevo artista para transmitir la idea, que fue al comienzo sólo eso, pero en la práctica, con la ayuda de los nuevos elementos, las nuevas tecnologías, se van a considerar material artístico para un nuevo lenguaje estético. Lo que la mayoría de estas manifestaciones poseen en común,  -citando a Walter Benjamin y Roland Barthes-, es el concepto de ruptura del relato único, la muerte del autor de significados únicos, la muerte del artista genio y creador, la pérdida de originalidad y aura de la obra de arte, la ruptura de los discursos lineales suplantados por los procesos de lectura múltiple y recorridos oblicuos a través de la historia del arte.
Las obras de arte en las últimas tres décadas a partir de la incorporación de las vías electrónicas son todas aquellas que se pueden realizar con medios que estén integrados a la computadora, como obras de arte Web, de interfases, interactivas, robótica, proyecciones visuales modificadas, instalaciones sonoras; las posibilidades son infinitas y la interdisciplina es una de sus bases. En general el trabajo se da en equipo y los artistas tienen formaciones heterogéneas. Al mismo tiempo, el arte visual con medios electrónicos llega con nuevos planteos frente a las definiciones tradicionales, como los cambios en la manera de acceder a ella, el paso de la obra como objeto cerrado a un sistema dinámico y ciertos cambios con respecto a la función del espectador.
La relación del espectador con este tipo de obras, que son interactivas, es parte del modelado mismo de la obra. Ciertas obras permiten que el observador sea parte del proceso con solo hacer clic, pasar o tocar algunas opciones propuestas por el artista.
Hoy, la noción de arte se ha transformado radicalmente a partir de la digitalización: así las nociones de interactividad, virtualidad y espacio constituyen un nuevo lenguaje en la lectura de  la obra de arte. 


La instalación: una mirada histórica. Instalaciones: relación entre las formas y las ideas.

            ¿Qué es una instalación? Para indagar sobre el tema de instalaciones artísticas y crear un nuevo marco teórico, es preciso respondernos a esta pregunta.

Si recurrimos al diccionario, el verbo instalar tiene distintas significaciones, la más importante es  colocar las cosas en su debido lugar,  al referir al  termino “el debido lugar”, no se esta planteando una teoría, se esta planteando un criterio fundamental. Una segunda  acepción: instalar es colocar en un lugar o edificio  los aparatos y accesorios que en él se hayan de utilizar. Una tercera es establecerse, fijar residencia. Finalmente podemos decir que instalación es un conjunto de elementos dispuestos para un fin determinado.
Otra definición que quizás ayude a clarificar el concepto de instalación es la de instaurar, fundar, instituir, renovar, restaurar.
El termino instalación como obra de arte, en un contexto contemporáneo, es empleado inicialmente para designar el proceso de colocación de las obras en el marco de galería, la instalación ha llegado a significar también un tipo diferenciado de hacer arte. En el arte de instalación, los elementos individuales dispuestos dentro de un espacio dado pueden verse como una obra única y a menudo han sido diseñados para una galería en particular .Estas obras se llaman específicas de un lugar y muchas veces no pueden ser reconstruidas en ningún otro lugar: el espacio es el soporte y determina el marco de la obra , forma parte de la obra en la misma medida que las cosas que contiene. Los primeros ejemplos del arte de instalación aparecieron a finales de la década de 1950 y comienzos de la de 1960, cuando artistas pop como Warhol comenzaron a diseñar entornos para happenings, y sus ejemplos característicos suponen dramatizaciones teatrales del espacio.
El termino instalación fue acuñado también por el minimalista norteamericano Dan Flavin, hacia 1968, para designar sus obras espaciales hechas con tubos fluorescentes. Asimismo, los conceptualistas harán instalaciones, como Joseph Kosuth, considerado el mejor representante de los Estados Unidos. Este término  se afianza en la década de los 70 y esta nueva forma se extiende por todo el mundo. Sus  máximos exponentes han sido el aleman Joseph Beuys (1921-86) y el belga Marcel Broodthars (1924-76) Así como el coreano-estadounidense Nam June Payk, en el campo de las videoinstalaciones.

Según Catherine David, curadora de la Documenta X, la instalación debe “ser un espacio de reflexión político-estético, necesariamente conectado con otros espacios incidentes sobre la imagen artística, como la filosofía, el cine, la arquitectura, el urbanismo, etc.
Es interesante citar la definición de Jorge Glusberg que suscribe el concepto de instalación al de  obra artística total en un sentido integrador. El artista pasa a ser un arquitecto en lugar de manejarse con las dos dimensiones o con las tres de la escultura. Las  instalaciones nacieron, según Glusberg, para superar los límites de la pintura y la escultura creando así una nueva forma de arte.
Luis Camnitzer, crítico uruguayo, dice “Entiendo por instalación al formato que abarca todos los formatos, a la forma interdisciplinaria de pensar y presentar la obra, al marco que me permite designar como arte todo lo que se me antoja y que me libera de las ataduras económicas y estéticas dictadas por la historia mercantil del arte tradicional.”  

La relación entre obra y espacio, se transforma en el caso de las instalaciones. Ocupado por la obra , el espacio se aparta de los demás ámbitos y lo define como espacio de arte. En el caso de la instalación el espacio es el soporte mismo. En este sentido una definición abierta sobre instalación seria: espacio resignificado por la instalación de elementos creados o preexistentes que a su vez son resignificaciones estético-simbólicas.


La instalación se apropia de alguna manera de  aspectos formales como son  la composición, relaciones cromáticas, el  despliegue espacial,  la expresión para otorgar trascendencia  a la significación de la imagen poética, que permite la interacción entre la forma y la idea en esta nueva forma de arte.

Al hacer una instalación se  puede generar una relación lúdica con el espectador, a través de muchas variables: del recurso del color, que es un elemento visual que siempre seduce; a través de la posibilidad de caminar dentro de la instalación y recorrerla, mirándola desde muchos ángulos; propiciando la observación de la obra con lentes tridimensionales  y así obtener nuevas lecturas insólitas; también permitiendo que el público participe en la elaboración de la obra.


Las obras efímeras permiten una gran libertad de acción. Esa libertad consiste en la posibilidad de hacer una intervención en diferentes tipos de espacios no diseñados necesariamente para exhibir obras de arte o que no forman parte de un circuito expositivo convencional. Alterar el espacio y la percepción de ese espacio insertando elementos que hacen preguntarse a las personas que por allí transitan, ¿qué es eso? y despertar curiosidad, ¿para qué sirve esto? Es una forma de generar experiencias  cercanas al  campo de la intuición, de la imaginación  y la sensibilidad de cada receptor.   

La libertad de acción viene dada también por el carácter no-comercial de las piezas, lo que propicia una creación sin los límites que las leyes del mercado de arte por lo general imponen. Las obras efímeras se insertan con dificultad en el coleccionismo de arte por sus características intrínsecas: están por lo general fabricadas con materiales poco duraderos, problemáticos para conservar y almacenar, y muchas veces son esencialmente creadas para un sitio específico.         La mayoría de las instalaciones permanentes se crean específicamente para grandes colecciones particulares.
Las instalaciones propician una relación de extrañeza y contrasentido, que nos lleva a reflexionar sobre la naturaleza “real” y la naturaleza “simulada” en el arte.

Relación crítica de las instalaciones e intervenciones. El riesgo de un pluralismo totalitario. ¿Todo vale, todo es lícito?

El fin del siglo  XX es muy conflictivo, complejo, polémico y contradictorio, es una época signada por una política liberal, progresista desde el punto de vista económico, técnico y científico. Es una época de modificación de costumbres y hábitos, y para algunos al mismo tiempo una época de decadencia cultural. La adaptación y transición  a tantos  cambios fue tan vertiginosa que no pudo ser asimilada culturalmente.
“Las últimas décadas del siglo fueron prácticamente la muerte, la sustitución del arte por instalaciones y happenings”…. “Las instalaciones no son arte;  yo puedo hacer una si se me ocurre”….”Un happening, lo hace cualquiera…” Afirma José Sebreli, en una entrevista publicada en el número 76 del  suplemento Ñ . Si bien esta es la visión de un prestigioso escritor y ensayista  argentino, de vasta cultura , qué decir  de la opinión de  un ciudadano común.
Instalándonos en  el debate a cerca de una  definición  del arte contemporáneo; ¿Estaríamos en condiciones de afirmar “Todo vale”? En principio diríamos que NO, ¿Pero cual es el límite entonces? Y volvemos a los repetidos planteos que nos llevan a reflexionar, esto es Arte?
            En su ultimo libro Arthur Danto, afirma que el verdadero terremoto tuvo lugar a comienzos del siglo XX, con el  emblemático mingitorio de Marcel Duchamp , y con ello,  la destrucción del concepto tradicional de obra de arte y la aparición de su carácter anti-arte, anti-estético.
El filósofo Gianni Vattimo, señala que hacia fin del siglo XX el arte dejó de ser el ámbito exclusivo de la belleza y que esta se dispersa banalizada en la industria de la cultura , el diseño y los medios. Es interesante destacar la observación de Susan Sontag, al afirmar que si el arte se ha retirado de la belleza para asociarse con procesos de producción, actividades ecológicas, sociológicas o comportamientos humanos, ¿significa esto que estamos ante el fin del arte, como tantas veces se anunció? Es cierto que el arte intenta recuperar una posición crítica. Pero no  es  a través de la belleza esta vez, que intenta recobrar el sentido en la era del sinsentido, cada día más atento a problemas contemporáneos, como el poder, la violencia, el cuerpo, la sexualidad o las cuestiones de los mass media. En gran medida las obras de arte hoy expresan definiciones del arte  o formulan enunciados sobre los problemas del arte  mientras la reflexión y la teoría ocupan el lugar de la belleza. 


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